El laberinto de Diego Tatián

El amigo Eduardo Castilla, toma la posta de la crítica y envía este texto al Violento Oficio, debatiendo con Diego Tatián que no entendió a Leopoldo Marechal cuando sentenció que "de los laberintos, sólo se sale...por arriba"

 Diego Tatián, uno de los principales intelectuales cordobeses, escribe en el diario Página12 del martes pasado a propósito del paso de la presidenta por la provincia y se pregunta ¿Cómo liberar una fuerza progresista en Córdoba? Dramática, esta pregunta irrumpe de la desolación política en la que está sumida desde el lacabanismo”[1]
La pregunta no puede ser más pertinente. En la tierra de Agustín Tosco, del Cordobazo, del Viborazo y SiTraC-SiTraM sobrevuelan aires conservadores hace tiempo. La construcción de lo que Tatián llama una fuerza progresista se pretende como contrapeso a la Córdoba de las campanas, la oligarquía sojera y las grandes multinacionales, cuyos intereses gestionaron alternativamente radicales, peronistas y juecistas.
Este es el desafío de la Córdoba progresista que, según Tatián se puede rastrear en “los sindicatos combativos, la de la Universidad de la Reforma, la de los organismos de derechos humanos” así como algunos importantes referentes del peronismo en el interior provincial y diversos partidos de izquierda –entre los que se destaca el sabbatellismo, en franco crecimiento, como en todo el país”
El horizonte de articulación de esta fuerza progresista es para Tatián el proyecto kirchnerista. Pero en estos años, los protagonistas de la “Córdoba progresista” estuvieron lejos de mostrar una mínima voluntad transformadora.
Acá van algunos apuntes sobre las bases con las que Tatián pretende construir una fuerza progresista en Córdoba.

Los sindicatos “combativos”

Como Tatián no hace referencia a sindicatos concretos, nos vemos en la obligación de intentar concretizar su pensamiento. El que podría hacer flamear la bandera del sindicalismo combativo es Luz y Fuerza, que supo ser un baluarte de la lucha contra la privatización de EPEC y los intentos de menemismo tardío del gallego De la Sota[2].
Pero en los últimos años Luz y Fuerza sólo se movilizó seriamente cuando fueron atacadas las jubilaciones provinciales y fueron procesados 17 trabajadores del gremio por enfrentamientos con la policía.
Sin embargo, el sindicato de Tosco pronto cejó en su lucha. Primero dejando pasar la reforma jubilatoria, reemplazando la lucha en las calles por la juntada de firmas que no tienen ningún efecto ni sobre la justicia ni sobre el gobierno. Junto a esto, permite que aún esos compañeros sigan procesados por aquel conflicto sin tomar ninguna medida de lucha.
La conducción de Luz y Fuerza no movió un dedo por grandes luchas nacionales como las que dieron los hermanos inmigrantes en Villa Soldatti o los ferroviarios tercerizados del Roca por nombrar las principales del 2010. Ni siquiera lo hicieron por la lucha de los trabajadores de Arcor el año pasado. Hasta el momento no se pronunciaron contra de la persecución que sufre nuestro compañero Hernán Puddu por la patronal de Iveco y la burocracia del SMATA.
El “papel” más relevante que cumplió la conducción de Luz y Fuerza fue el de auxiliar de la burocracia peronista del STIA. Cuando los trabajadores echaron a trompadas a Morcillo y la CGT unificada bajó a salvarle las papas[3]. Ese día, se pudo ver, codo a codo, a Juan Leyría de Luz y Fuerza y al “archidelasotista” Omar Dragún del SMATA, tratando de convencer a los trabajadores despedidos de Lía de que la CGT se ponía al frente de su lucha. De esa promesa no han quedado ni siquiera los recuerdos.
Resulta paradójico que Tatián nos quiera convencer que un punto de apoyo de la Córdoba “progre” son las corrientes sindicales antiburocráticas enfrentadas con el PJ”. Si uno quiere rastrear una corriente antiburocrática entre los trabajadores cordobeses, es mejor no hacerlo en las filas del kirchnerismo.

¿La universidad de la (contra) reforma?

Tatián nos invita a bucear en las aulas de la UNC. Nos dice que “Carolina Scotto, es desde hace tiempo una de las figuras públicas de mayor trascendencia y prestigio”. ¿El prestigio de Scotto es por su compromiso acérrimo con los sectores más vulnerables de la población? Lamentablemente para Tatián y los progresistas, no.
Recordemos como, hasta la gran lucha estudiantil del 2010, la UNC fue parte del Consejo Provincial de Políticas Educativas, el mismo que impulsó la reforma educativa proclerical y proempresarial contra la que lucharon miles de estudiantes. Sólo cuando la movilización fue masiva, la UNC puso en cuestión la legitimidad de la Ley. Esto no les impidió a Scotto (y al mismo Tatián) ser parte activa de la “lucha” contra los que luchaban[4].
Desde la asunción de Scotto, la universidad no modificó los aspectos que la ligan a las necesidades del mercado: los convenios con las empresas avanzaron. Los postgrados pagos brotan. La población universitaria se elitiza. Más allá de medidas cosméticas como la anulación de la Contribución estudiantil, la UNC sigue el camino de la adaptación a las necesidades empresariales. Y, lejos del movimiento estudiantil de los 70, las agrupaciones “scottistas” siguen el camino del conservadurismo político y académico, pero con un  “un léxico, una memoria, una tradición de pensamiento” nac&pop.  
Por poco nos dejamos en el tintero la actividad antisindical abierta del actual rectorado que no ha tenido problemas en hacer intervenir al Ministerio de Trabajo contra los reclamos de los docentes universitarios[5] o el despido de delegados de ADIUC[6]. Una perla más de esta gestión que, según Tatián, aporta a la construcción de la Córdoba “progre”.

¿Otra vez sopa?

Dentro del combo, Tatián incluye a “referentes del peronismo en el interior provincial y diversos partidos de izquierda –entre los que se destaca el sabbatellismo”
Una vez más estamos obligados a darle valores concretos a lo que Tatián no nombra. Lo que sucede es que, como se dice ahora, nadie resiste un archivo, ni siquiera los flamantes kirchneristas.
Eduardo Acastello fue ministro de De la Sota[7] y renunció para ser ‘su’ candidato en las elecciones del 2005[8]. Incluso, para refrescar la memoria (nuestra y de Tatián) era funcionario del Gallego cuando éste lanzó su famosa frase de que las madres deberían haber cuidado a sus hijos.
Los exponentes del “sabatellismo cordobés” tampoco zafan. Vicente fue diputado por el Frente Grande entre 1999 y 2001, o sea de la Alianza. No hace falta recordar en que terminó eso. Después se hizo juecista y ahora kirchnerista. Son las vueltas de la vida. Así que el “brazo político” de la “Córdoba progre” viene con algunos tatuajes un poco feos del pasado.

¿Córdoba progresista o Córdoba revolucionaria?

La lucha de los trabajadores de Arcor y la gran lucha estudiantil contra la reforma de la 8113 marcaron un camino. Ahí estuvo el verdadero contrapoder a la Córdoba conservadora[9]. Fue allí, en el terreno de la lucha, donde se mostraron las fuerzas para enfrentar al gobierno del Gringo Schiaretti y a las patronales a las cuáles sirve.  
Las figuras del kirchnerismo cordobés estuvieron del otro lado de la barricada en estas peleas. Ayudando a levantar la lucha como hizo Leyría en el caso de Arcor o actuando abiertamente contra la misma como lo hicieron los “progresistas” de la UNC. No está demás recordar que los kirchneristas en la Legislatura apoyaron con su voto la sanción de la Reforma educativa, mientras afuera los estudiantes que se movilizaban sufrían la represión[10].
La Córdoba de los 70 fue la de la unidad obrero-estudiantil, la del Cordobazo y el Viborazo, la del enfrentamiento en las calles, la de los sindicatos clasistas como Sitrac-Sitram que enfrentaban a la burocracia sindical. Incluso Agustín Tosco, con las críticas que le caben por su política de conciliación de clases, estuvo a años luz de los actuales K, que se lo quieren apropiar.
La política se hacía en las calles, en las fábricas y en las universidades, no en los pasillos de los ministerios, rosqueando cargos como hacen hoy los K cordobeses[11].
En el camino de la Córdoba revolucionaria es preciso avanzar en la organización de los estudiantes, los jóvenes y los trabajadores, desde una perspectiva que aprenda de las lecciones de las grandes batallas de clase que tuvo la historia de nuestra provincia y que no se coma los versos (menú que viene con sapos incluidos) de los progresistas que nos quieren vender el mismo caramelo en otro envoltorio.

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